Hablar de la cruz para muchos de nosotros no es desconocido, pues inmediatamente nuestro pensamiento se dirige a Cristo y a Cristo crucificado. Lo hemos visto tantas veces en un templo, en una pintura, en una imagen; se comercializan y hay Cristos crucificados para todos los gustos y de todos los precios.
Seguramente que hay uno en nuestra casa adornando la sala o en nuestra pieza, tal vez la cruz la llevamos en el pecho.
¿Recuerdas cuando lo fuiste a comprar o cuando te lo regalaron? ¿Cuál fue tú reacción? He visto a mucha gente comprar un Crucifijo, unos por su valor histórico, otros por su valor artístico, Algunos por religiosidad o simplemente porque quieren uno. Este me gusta, éste no me gusta, éste es mejor, su precio es muy caro, éste está muy bien para la casa,... y tantas otras frases.
Buscamos un Cristo a nuestro gusto, a nuestra conveniencia, a nuestra medida, para adornar o para lucirlo. Pero en el fondo ¿me dice algo? Es decir ¿qué significa para mí tener un crucifijo en casa o llevarlo en el pecho? ¿Es una moda, un adorno, un recuerdo o una realidad que me compromete? En nuestra vida espiritual tenemos el peligro de buscar un Cristo a nuestra medida, como lo buscamos para nuestra casa. Fácilmente decimos "el Señor me conoce y sabe como soy, así me ha hecho" y no hacemos nada por cambiar y ser mejores. Somos nosotros los que tenemos que asemejarnos a Cristo y no al contrario. El camino de la cruz, es el camino del cristiano, pues Jesucristo dice: "Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lc 9,23). Muchas veces rehusamos a la cruz, queremos seguir a un Cristo sin cruz y nos quedamos con una cruz sin Cristo y vienen nuestras angustias, sequedad y desesperación.
Seguramente que hay uno en nuestra casa adornando la sala o en nuestra pieza, tal vez la cruz la llevamos en el pecho.
¿Recuerdas cuando lo fuiste a comprar o cuando te lo regalaron? ¿Cuál fue tú reacción? He visto a mucha gente comprar un Crucifijo, unos por su valor histórico, otros por su valor artístico, Algunos por religiosidad o simplemente porque quieren uno. Este me gusta, éste no me gusta, éste es mejor, su precio es muy caro, éste está muy bien para la casa,... y tantas otras frases.
Buscamos un Cristo a nuestro gusto, a nuestra conveniencia, a nuestra medida, para adornar o para lucirlo. Pero en el fondo ¿me dice algo? Es decir ¿qué significa para mí tener un crucifijo en casa o llevarlo en el pecho? ¿Es una moda, un adorno, un recuerdo o una realidad que me compromete? En nuestra vida espiritual tenemos el peligro de buscar un Cristo a nuestra medida, como lo buscamos para nuestra casa. Fácilmente decimos "el Señor me conoce y sabe como soy, así me ha hecho" y no hacemos nada por cambiar y ser mejores. Somos nosotros los que tenemos que asemejarnos a Cristo y no al contrario. El camino de la cruz, es el camino del cristiano, pues Jesucristo dice: "Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lc 9,23). Muchas veces rehusamos a la cruz, queremos seguir a un Cristo sin cruz y nos quedamos con una cruz sin Cristo y vienen nuestras angustias, sequedad y desesperación.
Cristo ha muerto en la cruz para que nosotros tengamos "vida y vida en abundancia" (Jn 10,10), ha donado su vida para que en el mundo reine el amor. Pero con tristeza decimos: "Jesucristo, Jesucristo ¿de qué ha valido tu sacrificio?".
Tomar nuestra cruz, negarnos, es el camino del cristiano, por eso tener un crucifijo en casa o llevar un crucifijo, es una realidad que nos compromete, pues Cristo sigue siendo crucificado en tantos hermanos que sufren, que pasan hambre y sed, que están abandonados, enfermos y necesitan de una mano amiga que los ayude. Cristo necesita que le ayudes a cargar su cruz.
Claro que podemos ayudarlo pero muchas veces no queremos, tenemos miedo a la cruz y sin embargo es el camino a la salvación, El camino de la cruz, es un camino de solidaridad, es un camino de fraternidad, es un camino de amor, es un camino de compromiso con Dios y con los hermanos. No es un camino fácil, Cristo cayó a tierra tres veces y nosotros caeremos muchas más, pero el amor y la misericordia de Dios nos levantarán y María que acompañó a Jesús en el camino hacia el Calvario está siempre acompañándonos en este caminar. C.B.S
Tomar nuestra cruz, negarnos, es el camino del cristiano, por eso tener un crucifijo en casa o llevar un crucifijo, es una realidad que nos compromete, pues Cristo sigue siendo crucificado en tantos hermanos que sufren, que pasan hambre y sed, que están abandonados, enfermos y necesitan de una mano amiga que los ayude. Cristo necesita que le ayudes a cargar su cruz.
Claro que podemos ayudarlo pero muchas veces no queremos, tenemos miedo a la cruz y sin embargo es el camino a la salvación, El camino de la cruz, es un camino de solidaridad, es un camino de fraternidad, es un camino de amor, es un camino de compromiso con Dios y con los hermanos. No es un camino fácil, Cristo cayó a tierra tres veces y nosotros caeremos muchas más, pero el amor y la misericordia de Dios nos levantarán y María que acompañó a Jesús en el camino hacia el Calvario está siempre acompañándonos en este caminar. C.B.S
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