jueves, 25 de diciembre de 2008

"Navidad del Señor

¿Qué es la Navidad?

La Navidad es Gozo, ¡no estés triste!
La Navidad es Paz, si tienes enemigos, ¡reconcíliate!
La Navidad es Encuentro, ¡busca a tus amigos!
La Navidad es Don, hay pobres, ¡ayúdalos!
La Navidad es Humildad, si hay soberbia, ¡sepúltala!
La Navidad es Justicia, si tienes compromisos, ¡cúmplelos!
La Navidad es Perdón ¡arrepiéntete!
La Navidad es Luz, si estás en tinieblas, ¡enciende tu lámpara!
La Navidad es Verdad, si hay errores, ¡reflexiona!
La Navidad es Amor, si tienes odio, ¡olvídalo!
Y si para vivir en Armonía tenemos que esperar la Navidad... estaremos desperdiciando el diario Vivir!


Solo estudia las cuatro operaciones:

SUMA tu perdón con olvido, a fin de que des una lección de paz a tus ofensores. Entonces, serás simple como un NIÑO.
RESTA tu altanería y enciende la antorcha de la humanidad para alumbrar tu noche y extinguir las tinieblas de tu orgullo. Entonces, serás digno como un HOMBRE.
MULTIPLICA tu fe para que construyas un mundo de luz donde la maldad no tenga lugar para vivir. Entonces, serás bueno como un SANTO.
DIVIDE amor entre tus semejantes dando la mayor parte a los que te quieren mal. Entonces, serás grande y amado por DIOS.




La Navidad a todos nos da la oportunidad de un cambio interior. Si no nace algo bueno en ti, el Nacimiento del Señor Jesús, no tendrá sentido en tu vida y solo vivirás en tu orgullo.


sábado, 20 de diciembre de 2008

¿AMAR… es?

Ante la presencia de la persona supuestamente amada: ¿Simplemente te sudan las manos, tu corazón se acelera y no te sale la voz? Eso no es Amor... es nerviosismo. ¿Simplemente no puedes quitarle tus ojos ni tus manos de encima? Eso no es Amor... es lujuria. ¿Simplemente sientes orgullo de que te vean a su lado? Eso no es Amor... es suerte. ¿Quieres a esa persona sólo porque siempre "está allí"? Eso no es Amor... es soledad. ¿Estás a su lado porque sabes que eso es lo que ella y todos quieren? Eso no es Amor... es lealtad. ¿Estás a su lado sólo por que te prodiga cariño o toma tu mano? Eso no es Amor... es confianza. ¿Permaneces con ella porque dice amarte y no quieres herirla? Eso no es Amor... es lástima. ¿Estás con ella sólo porque al verla, sientes que te da un brinco el corazón? Eso no es amor... es pasión. ¿Perdonas sus errores sólo porque ella te importa? Eso no es Amor... es amistad. ¿Le dices todos los días que ella es la única persona en tu mente? Eso no es Amor... es una mentira. ¿Sientes estar dispuesto a dar todas tus cosas materiales por ella? Eso no es Amor... es caridad. Entonces... ¿Cuándo estás realmente enamorado?

Cuando... » La tristeza de la persona amada... te hace sufrir » Su pena, aunque ella sea fuerte... te hace llorar. » Sus ojos son capaces de ver tu alma y de tocarla tan profundamente, que... duele. » Una ciega e incomprensible conexión te atrae y te mantiene a su lado sin echar de menos a otras que simplemente te atraen. » Su ausencia te sume en la melancolía. » Darías por ella tu corazón, tu vida y tu muerte. Si esto es Amor....
¿Por qué amamos? ¿Por qué el Amor es lo que más buscamos en la vida? ¿esa pena, esa agonía, esa tortura? ¿Por qué deseamos tan vehementemente estar enamorados? La respuesta es sencilla...
Cuando el amor es correspondido, no sientes pena, agonía, ni tortura... deseas a la persona amada... ella o el exalta tu pasión; sientes orgullo de tenerla(o) a tu lado; te encanta saberla(o) "allí", no concibes tu vida sin ella(el); Cuando no está a tu lado, el solo pensar en ella (el)... te hace sonreír con ternura; Cuando te acaricia o toma tu mano, te transmite tal confianza que te sientes capaz de conquistar el mundo; El saberla (o) a tu lado y de tu lado te hace soñar en el futuro, llena tu vida de ilusiones. Ese toque de sentimientos... es el AMOR. Haciéndote vivir una sensación tan sublime... y convirtiéndose en un sentimiento ADICTIVO.
Y sólo cuando lo pierdes, como en cualquier otro tipo de adicción, el vacío que deja... te tortura... te causa una profunda agonía... una honda pena. Quienes aún no lo hayan encontrado... sigan buscando... VALE LA PENA!
Quienes lo hayan perdido... saben que es así... Por eso, sigan soñando en el momento en que llegue otra vez de nuevo a sus vidas.

viernes, 3 de octubre de 2008

¡Es tu vida un vació!

Hay una gran insatisfacción en la gente porque muchos desean ser alguien en la vida, desean hacer algo grande, desean ser felices y valer para algo, pero sienten que siguen siendo mediocres, que sueñan en lo grande, pero realizan lo vulgar, lo pequeño.
Piensan que la felicidad es muy raquítica y además pasajera, y poco profunda. Sienten que no sirven para nada, y así abunda el tipo insatisfecho, harto, hastiado. Yo quiero más, mucho más, no puedo seguir igual, si mi vida va a ser como hasta hoy, ya me harté, no la quiero.
Hay gente enferma del espíritu, enferma de gravedad, gente que se cree incurable. Hay enfermedades crónicas, habituales, por las constantes recaídas en el vicio, en el pecado, en la mediocridad.
Hay gente desengañada de si misma; han intentado tantas veces cambiar y no lo han logrado que piensan no tener remedio. Podríamos decir, "intenta otra vez, aun no lo has intentado con todas tus fuerzas".
Estoy desengañado de Dios. Si piensas así, es que no lo conoces. Puedes estar desengañado de los demás, de la vida, pero no de Dios. ¿Sabías tú, que la vida sonríe, a quien sonríe a la vida?. Los años insatisfechos por la vaciedad de la vida, por esa mediocridad que les produce nauseas, son una insatisfacción muy aprovechable. Malo si estuvieras tranquilo. De una gran insatisfacción pueden surgir grandes cosas.
Los hay atormentados, por dudas, por remordimientos, por el egoísmo, por miedo a la vida. Los hay temerosos de enfrentarse a Dios y reconocer que han sido hipócritas, cuentistas, habladores.
Tienen miedo de enfrentarse a si mismos, de ver su vida manchada, mediocre, vacía. Ellos que se tienen en un concepto tan alto, que son admirados, tienen que reconocer que son tan miserables y pequeños.
Puede el hombre sentirse enfermo, desengañado, insatisfecho, atormentado, temeroso, pero no importa, repito, no importa si quiere cambiar. El día que un hombre desea cambiar, desea con toda su alma un cambio radical en su vida, es un gran día, y ese gran día puede llegar en cualquier momento.

Vacío, rencor, tristeza, desesperanza, son los virus que están enfermando y matando, más que el cáncer y el sida, a los jóvenes y hombres de nuestro tiempo.

miércoles, 30 de julio de 2008

¡Los que no lo conocen!

¿Conoces a alguien que se siente triste, cansado o deprimido; alguien que no encuentra sentido a su vida; alguien que está demasiado preocupado por las cosas materiales; alguien que sufre por el miedo, la angustia, la enfermedad?
El mundo está lleno de personas que caminan a tientas en la oscuridad porque no conocen a Dios. Es triste ver cómo se hunden, buscando la felicidad por caminos donde jamás la van a encontrar: el dinero, el poder, la fama, los falsos amores…

Dan ganas de gritarles, silbarles y agitar los brazos, llamar su atención, para avisarles que por ahí no llegarán a ninguna parte y señalarles el camino de la verdadera felicidad… ésa que se alcanza sólo viviendo en la cercanía con Dios.

Pero… tienen demasiada prisa, van demasiado rápido, rara vez escuchan… y no queda más que verlos alejarse y perderse por el oscuro rumbo de la mentira, el egoísmo, la autosuficiencia.

Los que no conocen a Dios, sienten el hambre y la sed de ser libres, de vivir. Pero... aferrados a las personas y a las cosas materiales, sólo encuentran frustración, al darse cuenta que siguen igual de vacíos cuando llegan a poseerlas.

Al no conocer a Dios, no encuentran una sombra para resguardarse cuando su trabajo es agotador e infecundo, ni tienen con qué calentarse en las noches heladas del sufrimiento, la enfermedad y la muerte. No tienen con qué cubrir la desnudez de su corazón, ni una cura para sanar las heridas de su alma.

Los que no conocen a Dios… no tienen a nadie que limpie las manchas de su corazón; no tienen quién los guíe, ni quién los corrija. No tienen la gracia. Viviendo como si Dios no existiera… sus vidas están llenas de vació. C.B.S

Amar ¿Por qué?...

Creo que hoy en día la palabra “amor” se ha devaluado. De tanto utilizarla inútilmente se nos ha desgastado. Por un lado la sociedad entiende por amor algo meramente sentimental, mientras que entiende por “hacer el amor” como algo meramente carnal. Si el amor es tan sólo un capricho del corazón o un desahogo de las pasiones ¿Que nos queda?.

La consecuencia inmediata de caricaturizar el amor es doblemente patética: Por un lado nos olvidamos de amar, y por el otro olvidamos a los que aman. Es lógico, nadie puede entregar su vida a algo que (cree que) no existe. Por eso los que entregan su vida al amor (madres, voluntarios, religiosos, sacerdotes, misioneros...) son mirados como locos. Se les respeta instintivamente, pero no se les entiende. Falta la ficha central del puzzle: el concepto de amor. Para realmente amar hay que conocer qué es el amor. Mientras no descubramos su profundidad, no crecerá nuestra capacidad de amar.

El amor es lo que identifica a la persona, la capacidad de amar es exclusiva del ser humano. La historia y la experiencia personal nos han demostrado que el vínculo entre las personas debe ser el amor, el principio interior, la fuerza permanente y la meta última para vivir, crecer y perfeccionarse.

El amor es la única razón que justifica la existencia de todos y cada uno. Sólo si nos sentimos amados y amamos a los que nos rodean nuestra vida adquiere sentido, nuestra existencia queda justificada. El amor es el acto supremo de la libertad, por el que una persona elige y realiza el bien del otro. No se ama al otro por conveniencia o porque me gusta, por pasiones, me apetece o me interesa, sino que se busca el bien del otro por ser quien es, tal cómo es, por ser otro.

El amor tiene la virtud de “hacer real” a la persona que amamos, ya que no nos es indiferente, nos importa por encima de todas las cosas; es más, su realidad llega a ser nuestra propia realidad. Además el amor no sólo aspira a que el ser querido viva, sino que viva bien, que llegue a su plenitud, que alcance su perfección. Únicamente el amor nos hace capaces de penetrar en una persona, admirar la grandeza y los matices que encierra, y potenciarlos por el amor.
Por eso la entrega es la culminación del amor; el que verdaderamente ama se da en la donación total de sí mismo con y desde nuestro propio ser. Esto implica superar nuestros propios instintos y conquistar así la propia plenitud como persona. El egoísta es incapaz de amar. Todo esto esta muy bien, pero a algunos les puede sonar a mera poesía. El amor transciende a lo meramente psicológico para alcanzar lo espiritual. Solamente desde esta perspectiva podemos responder a la Gran Pregunta ¿Por que amar?.

Para los cristianos la respuesta es sencilla: porque Dios es Amor y fuimos creados para amar. Una persona que no es creyente, evidentemente puede amar, pero no puede fundamentar su amor en una razón última y existencial. Sólo el creyente puede hacerlo, y esto le da paz y fuerzas para seguir adelante en el arduo camino de la vida y de la entrega a los demás, con gozo y alegría. C.B.S

martes, 3 de junio de 2008

“Un amanecer, un atardecer, un anochecer”

En la sociedad en que vivimos hoy, todo es tan apurado que en el correr de la vida nos hemos olvidado de fascinarnos con los regalos tan maravillosos que Dios nos da a diario.Algunas veces nos despertamos en la mañana y no valoramos el hecho de tener vida y poder levantarnos y que debemos de agradecerle eso a nuestro Padre; lo que hacemos en cambio es levantarnos a prisa y cumplir con la rutina de siempre la cual la hacemos de manera casi mecánica.

En nuestro trajín diario salimos de casa a toda prisa para llegar al trabajo o a nuestros estudios, y no vemos lo alegre que está la mañana, no apreciamos lo maravilloso de un día soleado de verano, el cual hasta en la ciudad se manifiesta, o tal vez nos quejamos porque amaneció lloviendo y quisiéramos ojalá quedarnos en casa bajo nuestras cobijas, se nos olvida la felicidad tan grande que sienten los campos, cultivos y la naturaleza en general por la lluvia que les regala su Creador.

Volvemos a casa y ni conversamos con nuestros familiares sino que pasamos directo al televisor, sin saber que afuera nos estamos perdiendo una noche esplendorosa.Con el tiempo hemos olvidado maravillarnos ante espectáculos tan bellos como una arco iris, la luna llena, un paisaje una noche de estrellas o un atardecer, todo eso y más son cosas que pasamos por alto, volvemos a casa en la tarde y no alzamos la mirada ni un instante para contemplar el atardecer o alguien nos cuenta que hubo un arco iris y ni nos importa.

¿Será que nos hemos vuelto tan aburridos que ya nada nos sorprende o maravilla? Deberíamos aprender de los niños que en su afán de andar descubriendo todo, se sorprenden con cualquier cosa que ven, les hace gracia un pajarito, el mar, la luna, hasta una mariposa, en cambio para los jóvenes y los adultos todo eso son cosas sin valor, y ya no percibimos que Dios ha dejado su huella en cada uno de esos pequeños detalles que a diario nos rodean, tal vez buscamos que Dios se manifieste en cosas sobrenaturales que nos asombren, y Él en cambio nos dice “aquí estoy” en este sol que te calienta, en esta lluvia que te moja, en el poderoso sonido de las olas del mar, en la majestuosidad del cielo en la noche, no sé ustedes pero para mi es fascinante contemplar el cielo nocturno en una noche sin luna ojalá en una zona sin alumbrado y poder ver la infinidad de estrellas y astros que se ven en el firmamento ¡cuantas estrellas fugaces! Se pueden ver en una noche, y sentarnos a pensar en cuantas maravillas ha hecho el Señor, tantas que son incontables, al verlas uno piensa ¿cómo no creer en Dios?

Cuando vemos la inmensidad del cosmos, un bebe recién nacido, una plantita multicolor llena de flores o hasta una hormiguita.Como jóvenes no perdamos ese valor tan importante que en su inocencia tienen los niños: el de sorprendernos por las cosas ordinarias en las que Dios a diario nos dice: “Yo estoy aquí”. ¡Maravíllate de lo ordianario! Dale gracias a Dios en todo tiempo y lugar por las maravillas que te da. Como decía El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”.




jueves, 15 de mayo de 2008

"El compromiso Cristiano"

La fe proporciona a los cristianos la razón última y específica de todos sus compromisos.
Al hablar de “cristianos comprometidos” ¿nos sobraría el adjetivo? Se supone que el sustantivo “cristiano” lleva implícito un compromiso. El verdadero cristiano no sólo confiesa su fe, sino que la traduce en obras coherentes con los valores que profesa. Una fe sin obras podría ser una fe muerta, o una fe falsa.

Dicho esto, ¿qué es entonces el compromiso cristiano? No es el cumplimiento de unos preceptos, de unos ritos… Es la puesta en práctica de lo que dijo y vivió Jesús. La prueba de fuego consiste en actuar conforme al Evangelio y no reducir todo a pura moral, normas, ritos o buena conducta. Sería un error pensar que la historia de la salvación acontece al margen de la historia general de la humanidad. El cristiano no debe recluirse en el mundo del espíritu, ni encerrarse en su intimidad. Tampoco podemos adoptar ciertas costumbres y modos de pensar, porque “todo el mundo lo hace”.la vida Cristiana implica un convencimiento del mensaje salvador de Jesús. En lo fundamental del mensaje cristiano, muchas veces nos tocará “nadar contra la corriente”, si queremos ser coherentes con nuestra fe. Jesús nos dijo que estábamos llamados a ser la sal del mundo (la que da sabor) Pero, ¿de qué sirve la sal que se ha “adaptado”, que se ha vuelto insípida, y sabe como el resto de los “alimentos”? el ser de Cristo implica una valentía, un sello único. No más de lo mismo que nos óbrese el mundo.

El compromiso cristiano no es una obligación impuesta desde fuera. Nace de nuestro interior y será algo que nos realiza humanamente y nos da felicidad. Toda felicidad auténticamente humana y cristiana tiene que ser solidaria, por eso muchas veces está tan próxima a la renuncia y al sacrificio, por amor a los demás.

El compromiso cristiano es un asunto de sinceridad, de honestidad, de verdad, para con Dios, los demás y nosotros mismos. Si queremos encontrarnos con Dios, salgamos en su búsqueda con generosidad, humildad y sinceridad y tropezaremos con Él.

Para concretar el compromiso personal en la vida diaria, debemos encarnar el mensaje de Jesús en nuestras circunstancias actuales y ver cuáles son sus exigencias. En este compromiso de ser discípulos de Cristo, no es necesario hacer cosas extraordinarias, sino actuar con coherencia, sencillez y grandeza de corazón, dispuesto a cumplir lo que el Señor te pide, en el servicio a su Iglesia. Alguien dijo una vez: “No hables demasiado de las cosas grandes, déjalas crecer en ti” Jesús, es el único que puede hacer grandes cosas en nosotros, solo debemos invitarlo a transformar nuestra vida y disponer nuestra voluntad para ser un instrumento de su amor.

El estilo de vida del “cristiano comprometido” lo marca el Evangelio. Lo central será vivir motivados por el amor, el servicio y la oración. Esta última nos permitirá reconocer a Dios en todas las personas y en los acontecimientos de la vida, y a buscar su voluntad.
Pidamos al Señor luz y valentía para descubrir nuestra labor en cada situación. Que seamos constructores de paz y transmisores de esperanza allá dónde nos encontremos. C.B.S

lunes, 28 de abril de 2008

"El Trato entre Cristianos"

El cristiano, mediante la fe y la caridad, sabe ver hijos de Dios en sus hermanos los hombres, que siempre merecen el mayor respeto y las mejores muestras de atención y consideración. Por eso, debemos estar atentos a las mil oportunidades que ofrece un día.
Todo el Evangelio es una continua muestra del respeto con que Jesús trataba a todos: sanos, enfermos, ricos, pobres, niños, mayores, mendigos, pecadores... Tiene el Señor un corazón grande, divino y humano; no se detiene en los defectos y deficiencias de estos hombres que se le acercan, o con los que Él muestra interés.
Es esencial que nosotros, sus discípulos, queramos imitarle, aunque a veces se nos haga difícil. Son muchas las virtudes que facilitan y hacen posible la convivencia. Cuesta muy poco ser agradecidos, y es mucho el bien que se hace. Si estamos pendientes de quienes están a nuestro alrededor, notaremos qué grande es el número de personas que nos prestan favores diversos. Ayudan mucho en la convivencia diaria la cordialidad. Esto será señal de que nos hemos esforzado en fomentan y hacer posible un sano trato .
En la convivencia diaria, la alegría, manifestada en la sonrisa oportuna o en un pequeño gesto amable, abre la puerta de muchas almas que estaban a punto de cerrarse al diálogo o a la comprensión. La alegría anima y ayuda al trato y a superar las numerosas contradicciones que a veces trae la vida.

Una persona que se dejara llevar habitualmente de la tristeza y del pesimismo, que no luchara por salir de ese estado enseguida, sería un lastre, un pequeño cáncer para los demás. La alegría enriquece a los otros, porque es expresión de una riqueza interior que no se improvisa, porque nace de la convicción profunda de ser y sentirnos hijos de Dios. Muchas personas han encontrado a Dios en la alegría y en la paz del cristiano.
La virtud de la convivencia es el respeto mutuo, que nos mueve a mirar a los demás como imágenes irrepetibles de Dios. En la relación personal con el Señor, el cristiano aprende a ver a su prójimo como hermano y le ayuda a mejorar sus imperfecciones. También la de aquellos que por alguna razón nos parecen menos amables, simpáticos, indeseables. El respeto es condición para contribuir a la mejora de los demás.
El ejemplo de Jesús nos inclina a vivir amablemente abiertos hacia los demás; a comprenderlos, a mirarlos a los ojos y sentirlos seres humanos con virtudes y defectos. El ser capaces de sostener un sano trato y cortesía con los demás, nos otorga una mirada que alcanza las profundidades del corazón y la bondad que existe en todo ser humano. Una persona comprendida abre con facilidad su alma y se deja ayudar. Quien vive las virtudes, comprende con facilidad a las personas.
Muy cercana a la comprensión está la capacidad para disculpar con prontitud. Mal viviríamos nuestra vida cristiana si al menor roce se enfriase nuestra caridad y nos sintiéramos separados de las personas, de la familia, amigos, con quienes trabajamos, con nuestra fe.
El cristiano debe hacer examen para ver cómo son sus reacciones ante las molestias que toda convivencia diaria suele llevar consigo y comparar sus propias acciones con el gesto de amor y de bondad que nos enseña nuestro Señor Jesucristo. C.B.S

lunes, 24 de marzo de 2008

¿Y ahora qué?

He conmemorado una vez más la Resurrección del Señor.
¿Y ahora qué?
Amanezco con esta inquietud que deseo compartir con todos quienes quieran hacerla suya. Una vez más me he sumergido en la Semana Santa, meditando y tratando de entender y comprender la Pasión y Muerte de Jesús por amor. Pero descubro, que aunque los seres humanos clamamos y proclamamos el amor, todavía no hemos descubierto el verdadero amor.
Ese amor de que nos habla Juan El Evangelista y el mismo que nos mostró Jesús en cada una de sus palabras y actitudes, pero también en cada uno de sus actos.
Me llama la atención el deseo de muchos de llegar cuanto antes a la Resurrección, el deseo de pasar la página de la meditación, de la Pasión y Muerte y solamente quedarse en el gozo de saber que Jesús Resucitó.
Pero si Jesús resucitó fue porque murió y murió porque antes fue maltratado, herido, lastimado, vejado… Si murió fue por la incomprensión, el desamor, el temor, y el rechazo de su propio pueblo que no entendió su mensaje, su Buena Noticia.

Creo que cuando sólo celebramos o hacemos mas énfasis en la resurrección de Jesús, sin profundizar en su Pasión y Muerte, sólo estamos evadiendo nuestra propia pasión y la invitación a nuestra propia muerte o conversión, a la muerte o conversión de todo aquello que nos corrompe como el: egoísmo, la soberbia, la mentiras, la irresponsabilidad, los miedos, la incomprensión, etc. Males que encontramos en nosotros mismos y en toda la humanidad, los cuales ataron, azotaron, coronaron de espinas y crucificaron a Jesús.
Sólo podremos compartir, conmemorar y celebrar la resurrección de Jesús, solo cuando pasando por muestra pasión asumamos en conciencia muestra propia muerte o conversión, la cual nos acercará a nuestra resurrección.

Señor, que en esta Pascua de Resurrección pueda encontrar el verdadero sentido de tu existencia en medio de nosotros, que tu perdón y misericordia no se quede en celebración de un día o de 50 días, sino que la descubramos a cada instante, a cada paso, y que tampoco se quede allí en descubrir lo que tu hiciste por mi, sino que me lleve, a perdonar más, a amar más, que me mueva a ser misericordiosa con los demás, especialmente con quienes mas han sido heridos, como lo hiciste Tu. C.B.S